Lo que los pintores del siglo XIX pueden enseñarnos sobre cómo reinventarse en la era de la IA
Una historia sobre pánico, barbas épicas y cómo reinventarse cuando llega la tecnología
Me imagino que estarás pensando algo como:
¡WTF, Germán! ¿un post sobre pintores del siglo XIX en un blog sobre inteligencia artificial?
¡Pues sí! Eso es exactamente lo que vas a leer aquí, y si tienes paciencia te darás cuenta por qué (por favor, tenme paciencia).
Ahora, empecemos.
¿Qué pasa cuando una máquina empieza a hacer mejor que tú algo de lo que te sentías orgulloso?
Es una pregunta que tengo en la cabeza desde hace años. De hecho, tengo chistes malísimos al respecto, solía decir que cuando se inventaron los cubiertos, alguien se quejó de que se iba a perder la habilidad de comer con la mano.
Hace poco, un post de Edu llamado "Todo esto te roba la inteligencia artificial" me hizo volver a pensar en eso. Edu hace una pregunta válida. ¿Le estamos cediendo a la IA nuestra capacidad de crear?
Coincido con él en mucho... aunque tal vez no al 100%. Porque creo que ya hemos estado ahí antes.
Algo parecido pasó cuando los pintores se encontraron con la fotografía. Imagina haber pasado años perfeccionando tu técnica para capturar una imagen... y de pronto llega una máquina que hace lo mismo en minutos!
“Desde hoy, la pintura ha muerto”
Este es Paul Delaroche. Paul era uno de los pintores más reconocidos del siglo XIX. Paul, como todos los pintores en su época, se dedicó a pintar escenas realistas.
Paul pintaba unas escenas históricas espectaculares, ademas creaba retratos con un detalle y técnica impresionantes. Su autorretrato es un ejemplo, pero también podría compartirte este retrato de Henriette Sontag. Mira como cada pliegue de tela, cada mechón de cabello y cada sombra están perfectas. Paul era un campeón.
Un día cualquiera, Paul se entera de esta nueva tecnología llamada inteligencia artificial fotografía, y su mundo se pone de cabeza. Cuenta la historia (sin confirmar), que cuando Delaroche vio lo que podía hacer la fotografía, dijo:
Desde hoy, la pintura ha muerto
– Paul Delaroche
¿Te puedes imaginar lo que pasó por la cabeza de Paul?
(Escena triste de mil ochocientos cuarenta y tantos)
Paul sostiene en sus manos una fotografía, observa los detalles (imposibles de lograr aún con años de práctica).
Piensa en todo el tiempo que pasó aprendiendo proporciones, anatomía, perspectiva... buscando hacer lo que una máquina puede crear en minutos.
¿Te suena familiar?
Pienso en Paul con esta cara de sorpresa pensando algo como:
“¿Entonces… ya no se necesitan quince años de práctica para pintar bien?… ¿a que me dedico ahora?”
Y es que Paul tenía razón en estar preocupado. En ese momento, buena parte del negocio de los pintores se basaba en hacer retratos, así que esta tecnología era una amenaza directa a los artistas, de hecho muchos pintores poco conocidos dejaron la pintura y se dedicaron a la fotografía.
La usaban, pero no todos lo decían
Luego del susto, algo interesante comenzó a pasar. Los artistas se dieron cuenta que la fotografía no había matado a la pintura, de hecho varios de ellos descubrieron que las fotos les podían servir mucho.
Imagina que en vez de hacer que un modelo se quede en una pose complicada por 23 horas (¿tal vez parado de cabeza con un dedo en la nariz?) podías tomar una foto y usar esa imagen como referencia. O si querías pintar un paisaje a las 5:43 PM, en invierno. Una foto simplifica las cosas, ¿no crees?
¿El problema? algunos de estos pintores, convenientemente olvidaban mencionar que la fotografía era una de sus herramientas.
No eran todos, pero sí muchos, y lo hacían porque en ese momento de la historia, la idea del arte estaba asociada al genio, a esa persona que podía ver lo que otros no y que era capaz de poner esa visión en un lienzo. Y por supuesto, un genio tenía que hacer todo a mano, no podían rebajarse a utilizar estas máquinas para hacer arte.
Por ejemplo, dicen que Jean-Louis-Ernest Meissonier, (probablemente el artista con la mejor barba en la historia de la humanidad), reconocía que consultaba fotos “como Molière consultaba a sus sirvientes”. La frase lo dice todo. Las usaba, pero no les daba estatus.
¡Qué gran barba, por Dios! ¿Te imaginas la pérdida que sería para el mundo del arte que se afeitara?
No tienes por qué imaginarlo, aquí está ;)
No hay punto de comparación, esa barba es épica.
Disculpa la interrupción, tenía que decirlo. Sigamos.
No todos escondían el uso de la fotografía. De hecho, hubo pintores que tomaron el camino completamente opuesto.
Por ejemplo Eugène Delacroix estaba de verdad entusiasmado con esta nueva tecnología y no tenía ningún problema en admitir que la usaba.
Bueno, entusiasmado es un decir… De hecho Eugène pensaba que la fotografía tenía muuuuucho potencial… si se usaba con talento. Aquí lo que escribió en su diario al respecto:
Si un hombre de genio usa la fotografía como debe usarse, alcanzará alturas que no conocemos… Hasta ahora, este arte, mediado por una máquina, solo nos ha prestado un servicio detestable.
– Eugène Delacroix
Para Eugène, el problema no era la herramienta, sino quien la usaba. Y claramente, creía que nadie la había usado como se debe.
Pero hubieron otros pintores que no se complicaron tanto con cuestiones filosóficas sobre el "uso correcto" de la fotografía...
¿Me ayuda a pintar mejor? Entonces sí.
Aquí es donde los pintores empezaron a aceptar (en voz alta) a la fotografía como una herramienta de verdad. Ya no se escondían, usaban fotos para estudiar composiciones, poses, movimiento. Lo que fuera que les ayudara a pintar mejor.
Supongo que es algo natural. Mientras más popular se hace una tecnología, menos miedo tenemos de usarla (o en todo caso, de confesar que la estamos usando).
Tomemos como ejemplo a nuestro amigo Gustave Courbet, aquí en su autorretrato “El hombre desesperado”.
A Courbet no le importaba justificar el uso de fotografía en la pintura, la usaba porque le servía. Punto.
Gustave pintaba escenas muy grandes, con un montón de personajes y composiciones complicadas. Imagina lo difícil que debe ser tener a siete personas (y dos perros) posando horas de horas para hacer una escena.
Esta pintura, por ejemplo mide tres metros y veinticinco centímetros de ancho, por dos metros y siete centímetros de alto. Digamos que no es algo que se pueda pintar en una tarde.
Imagínate a los pobres modelos tratando de mantener sus poses, y ni me preguntes cómo hacía para que esos perros de la esquina inferior derecha se quedaran quietos (tal vez por eso luce desesperado en su autorretrato).
¿No es más sencillo usar fotos? ¿Al menos como base, para capturar las escenas y personajes que luego iban a aparecer en la pintura?
Claro que sí. Era más sencillo, más práctico, y Gustave no tenía problemas con eso. Si usar una cámara le permitía trabajar mejor, la iba usar. Y tampoco tenía problema en decirlo.
Y aquí está Gustave después de darse cuenta de que ya no tiene que hacer que siete personas y dos perros posen por horas (generado con IA) ;)

Ahora que la fotografía había dejado de ser el enemigo, los pintores se preguntaron…¿Y si empiezo a pintar lo que la cámara NO puede hacer?
Pintar lo que la cámara no ve
La fotografía se convirtió en la forma más precisa de capturar la realidad. No había discusión… ¿Y qué pasó con la pintura?
De pronto ya no era tan cool pintar algo que una máquina podía hacer… entonces sucedió algo interesante, los pintores empezaron a preguntarse algo como ¿Y si empiezo a pintar lo que la cámara no puede hacer?
Piénsalo por un segundo. Los artistas empezaron a cambiar el arte… de alguna forma, que existiera la fotografía los liberó para pensar en qué podría haber más allá. Y me parece que es en ese momento que podemos ver cómo cambió el arte para siempre.
Ya no se trataba de reflejar la realidad, ahora los artistas empezaron a hacer cosas más extravagantes… si la cámara reflejaba la realidad, ¿por qué no podrían ellos reflejar la sensación de un momento? Así surge el impresionismo.
Perdón, me voy por un segundo de la historia, pero tengo que decir algo.
Cuando hablamos de tecnología siempre pensamos en lo que puede hacer por nosotros. Pero hay algo que no solemos ver... y es cómo también nos obliga a abrir el panorama y hacer cosas que antes ni se nos ocurrían. Es como si cada nueva tecnología nos empujara a reinventarnos.
Obviamente, no fue sólo la fotografía lo que cambió la pintura. También estaban los nuevos pigmentos, los trenes que llevaban a los artistas a la costa, hasta los grabados japoneses. Pero creo que la foto fue el catalizador que aceleró todo.
Listo, sigamos con la historia.
Mira esto, por ejemplo:
¡No puede ser más diferente de una fotografía! Aquí, nuestro amigo Claude Monet, nos muestra como el arte va mucho más allá de copiar una escena.
Mira la pintura. No hay detalles, no hay líneas claras, es sensación pura. Claude no estaba buscando que sepamos como se ve el puerto de Le Havre, quería que sintiéramos lo que significaba estar ahí, en esa mañana, en ese segundo exacto (que no se volverá a repetir).
El único mérito que tengo es haber pintado directamente de la naturaleza con el objetivo de transmitir mis impresiones frente a los efectos más fugaces.
– Claude Monet
Hubieron muchos otros artistas en la misma línea, cada uno encontrando su propia forma de pintar lo que las cámaras no podían capturar.
Pierre-Auguste Renoir, por ejemplo, se especializó en algo que ninguna fotografía podía transmitir: la pura alegría de vivir.
Mira esta escena. Nuestro amigo Pierre-Auguste no estaba documentando un evento, estaba capturando la sensación de estar ahí, la energía, la felicidad de la gente divirtiéndose. Las fotografías de la época (1876) solían mostrar caras serias y poses rígidas, pero ¿esta explosión de luz, movimiento y alegría? ¡No hay forma!
Los tubos de colores al óleo, fácilmente transportables, nos permitieron pintar del natural. Sin tubos... no hubiese habido Impresionismo.
– Pierre-Auguste Renoir
Berthe Morisot encontró su propio camino capturando los momentos íntimos de la vida cotidiana que las cámaras no podían ver. Sus pinturas de mujeres y niños, de días de verano junto al agua, tenían una comprensión emocional que era únicamente suya.
Mira esta escena. Berthe no estaba simplemente pintando dos mujeres en un bote, estaba capturando el momento perfecto de verano. Es pura atmósfera y sentimiento, algo que ninguna foto podría haber transmitido.
Mi ambición se limita a capturar algo efímero.
– Berthe Morisot
Edgar Degas escogió un camino diferente. Se obsesionó con capturar el movimiento y los momentos íntimos que nadie más veía.
Las bailarinas de Edgar no tienen las poses elegantes que esperarías en un retrato formal. El pintaba el esfuerzo, el cansancio, los momentos entre bastidores. Ángulos extraños, cuerpos en movimiento, la realidad detrás del glamour.
Me llaman el pintor de las bailarinas. Ellos no entienden que el bailarín ha sido para mí un pretexto para pintar hermosas telas y la representación del movimiento.
– Edgar Degas
Por cierto, la idea de "pintar lo que la cámara no ve" no terminó en 1900. Vamos a saltar un momento al siglo XX para verlo.
Siglo XX
Lo sé, lo sé… prometí que iba a hablar de los pintores del siglo XIX y ademas de ser un post largo vengo a meter el siglo XX.
Sólo será un momento para recordarte que el impresionismo no fue el final, sólo el comienzo. Durante el siglo XX, los pintores rompieron todo. Por ejemplo, mira este cuadro de Pablo Picasso!
Es la excusa perfecta para poner una de mis obras favoritas, Tres músicos, de Picasso, expuesta en el MoMA en NYC.
Aquí Picasso no está tratando de mostrar cómo se ven tres músicos, está desarmando la realidad y armándola de nuevo. Figuras geométricas, colores planos, formas imposibles. Y sí, hay un perro debajo de la mesa (por si no lo habías visto).
No hay forma de hacer eso con una cámara… en sus propias palabras:
Pinto objetos como los pienso, no como los veo.
– Pablo Picasso
Al final, nadie murió
Hoy nadie dice que la fotografía mató a la pintura. Cada una encontró su lugar. A veces se cruzan, a veces no. Pero ahí siguen.
La pintura no desapareció. Cambió. Dejó de competir, y empezó a hacer otras cosas. La fotografía encontró su lugar. Ya no era el enemigo que iba a acabar con todo, sino una herramienta más. Y la pintura siguió siendo pintura, pero ahora sin la presión de tener que copiar la realidad.
¿Será que nos pasa algo así con la IA?
Creo que sí. De hecho, me parece que estamos viviendo etapas muy parecidas a las que vivieron los pintores del siglo XIX:
“Esto nos va a quitar todo”
El momento Paul Delaroche.
Aquí es donde está mucha gente todavía. Los copywriters viendo a ChatGPT escribir posts de redes sociales perfectos en segundos. Los diseñadores viendo a Midjourney crear imágenes en minutos. Los programadores viendo a Claude escribir código más rápido de lo que ellos pueden pensar. Es ese pánico existencial de "si una máquina puede hacer mi trabajo, ¿para qué me necesitan?"
Si te das cuenta, es el mismo miedo que sintió Paul, sólo que ahora en las noticias todos los días ves frases del tipo:
La IA dejará sin trabajo a __________ (inserte la profesión de moda)
Esto no es algo que vaya a pasar de la noche a la mañana, aunque hay que darnos cuenta que la tecnología avanza exactamente 3.7 millones de veces más rápido que en 1840. La reacción natural es negar, resistirse, buscar razones por las que "esto no va a funcionar" o "la gente siempre va a preferir lo humano." (seguro has escuchado muchas de esas).
“La uso, pero no se lo digo a nadie”
La época del ¿usas IA para eso? ¡qué vergüenza!
Hay gente que usa ChatGPT para escribir emails difíciles, Claude para hacer brainstorming de ideas o (cof, cof) asistirlo en la creación de posts para su blog, etc etc. Y ni hablar de quienes usan IA para temas académicos… desde un trabajo hasta resolver un examen.
Todo muy bonito, pero cuando les preguntan cómo lo hicieron, "convenientemente” olvidan mencionar a su asistente de IA. (sobre todo cuando se trata de un examen, ¿no?)
Esta etapa está llena de contradicciones. Saben que la herramienta los ayuda, pero tienen miedo de ser juzgados por usarla. ¿Qué van a pensar mis amigos? ¿Van a creer que soy menos creativo? ¿Que estoy haciendo trampa? Entonces la usan en secreto, como si fuera algo de que avergonzarse.
La uso y soy feliz
La fase Courbet. ¿Me ayuda a trabajar mejor? Entonces la uso. Punto.
Aquí es donde siento que estoy yo. Uso IA abiertamente porque me hace más eficiente, más creativo, y me permite enfocarme en las cosas que realmente me importan. Escribo este blog con ayuda de Claude y ChatGPT, también uso IA para crear imágenes, y no tengo problema en decirlo.
Es como Gustave con sus fotografías (salvando la abismal diferencia), si una herramienta me permite hacer mi trabajo mejor, la voy a usar. No hay dramas filosóficos sobre "el alma del arte" o "la pureza de la creación humana." Hay trabajo que hacer, y si la IA me ayuda a hacerlo mejor, bienvenida sea.
En esta etapa ya no ves la IA como competencia, sino como una herramienta muy potente. Como cuando los pintores dejaron de ver la fotografía como el enemigo y empezaron a usarla para hacer mejores pinturas.
Nos hace ir más allá
La revolución que viene.
Aquí es cuando dejamos de competir con las máquinas y empezamos a hacer lo que ellas no pueden (no me preguntes qué será, porque no tengo idea).
Los impresionistas no trataron de pintar más realista que las fotografías, pintaron lo que las fotografías no podían capturar.
No puedo imaginarme cuál será nuestro “impresionismo” en la era de la IA. No soy gurú de nada, estoy tan perdido como cualquiera en esto. Tal vez será algo humano, relacionado con sentimientos o sensaciones. (como los impresionistas). Pero más allá de eso, no tengo idea.
La historia se repite
Es como si cada nueva tecnología llegara diciendo algo como "No te preocupes, yo me encargo de esta parte aburrida/ repetitiva/mecánica, tú enfócate en lo realmente interesante."
La fotografía se encargó de copiar la realidad, y los pintores pudieron concentrarse en otras cosas. Como transmitir emociones o darnos su propia perspectiva. No perdieron su trabajo, lo volvieron más humano.
Con la IA está pasando algo parecido. Se está haciendo cargo de los cálculos, los primeros borradores, las tareas repetitivas que nos quitaban tiempo para lo importante. Nosotros nos podemos enfocar en... bueno, aún estamos descubriendo exactamente en qué. Pero creo que será en las cosas que requieren experiencia vivida, perspectiva humana, conexiones emocionales. Esas cosas que una máquina puede simular pero no realmente entender.
La pregunta no es si la IA va a cambiar nuestro trabajo. Ya lo está haciendo. La pregunta es si vamos a resistirnos como Paul Delaroche, o si vamos a encontrar nuestro propio "impresionismo."
¿Qué piensas que va a pasar?
That’s it! Creo que este es el post más largo que he escrito, y te agradezco mucho por haber llegado hasta aquí. Me encantaría saber qué opinas :)
Ya que hablamos de arte no quisiera irme sin compartir algunas de las obras de la familia 😁:
Nos vemos en el próximo post!
G
Ponlo en el diario de Substack.., si quieres